He leído casi de una tirada un libro de un médico sueco llamado Hans Rosling que me ha impactado mucho. Se llama Facfulness. Es un libro que demuestra que el mundo va mejor de lo que pensamos y que podemos tener esperanza.
Empieza un nuevo año y quien más quien menos tiene la esperanza de que algunos problemas del pasado se acaben y el año nuevo lo vivamos intensamente. Y es que, pese a que todos conocemos la frustración de los propósitos que nos hacemos nosotros mismos de cambiar de vida cada comienzo de año, hay algunas cosas que sí que podemos cambiar.
Como cada diez de diciembre, pensamos de nuevo en los derechos humanos. Los derechos humanos se basan en la dignidad de la persona y hay cosas aquí y ahora que atentan contra nuestra dignidad, la de las personas con problemas de salud mental.
El veinte de noviembre se celebra el Día Internacional de los Derechos del Niño. Se celebra este día porque en esta fecha de 1959 se aprobó la Declaración de los Derechos del Niño. Treinta años después, el veinte de noviembre de 1989, se consiguió acordar la Convención de los Derechos del Niño, de obligado cumplimiento para los países que la han firmado. Es el tratado internacional más ratificado de la historia.
Mejor un poco de alegría porque en estos tiempos del año, con la disminución de las horas de sol y el cambio horario, para mí son los peores del año. Y además, estos días de lluvia y menos luz aún, se pone uno depresivo.
¡Qué majestuosa es tu presencia en nuestras vidas! Despiertas pasiones por donde quiera que vas. Eres el deseo de todos, pero no todos cuentan contigo. Desde que el hombre es hombre, el fruto del poder se remite a él, el dinero.
El ser humano tiene la tendencia con el paso del tiempo a olvidar. Lo hace de una manera mecánica. Se aísla del pasado para enfrentarse a su presente y futuro más inmediato.
Un año nuevo que viene y otro año que se va. Sólo nos quedan unos días para acabar y empezar un nuevo ciclo. Unos con ganas de terminarlo, como nuevo augurio de buena esperanza de haber dejado atrás un año de mala suerte y de improperios.
No puedo llevar el tiempo a una especie de salón, ya que en mi mente sólo existe un halo de culpabilidad… Este salón es de bienestar, de salud prolongada y sinfines arraigos de pureza.